La Alhambra fue en origen una pequeña fortaleza musulmana (Hisn) construida hacia el siglo IX en la colina de la Sabika para complementar las defensas de la capital.
En 1238, el primer sultán nazarí, Muhammad I, readaptó esa primigenia fortaleza y creó el llamado Alhizán o Alcazaba, convirtiéndolo en su residencia oficial. Al ser un periodo de guerras e inestabilidad política, sus defensas militares constituían aún su elemento principal, quedando en un segundo plano el espacio residencial. Sin embargo, con el paso del tiempo, los elementos poliorcéticos (arte de atacar y defender una plaza fuerte) y mantenerse la fortaleza lejos de los enfrentamientos bélicos fueron quedando eclipsados por la belleza de sus palacios (Dar al-Sultan).
La fortaleza de la Alhambra corresponde al grupo de las llamadas fortalezas antiguas, castillos adaptados a la orografía del terreno y situados en lo más alto de las colinas, facilitando así su defensa y el control visual del territorio en una “DEFENSA PASIVA basada en la situación estratégica del emplazamiento”. Sus muros estaban hechos de tapial (tabiyya).
Las torres de la Alhambra son de diferente tamaño, forma, ornato y comodidad, ya que fueron construidas en periodos diferentes y con fines diversos, siguiendo el proceso de crecimiento de la zona palaciega y de su medina, que duró hasta el siglo XV. Así encontramos diversos tipos de torres en su recinto amurallado y muy calculados elementos para la mejor defensa en los supuestos de ataques o intentos de asedio. Lo que se considera como “DEFENSA ACTIVA mediante la articulación de todo tipo de recursos útiles, fijos o móviles.
Sus murallas estaban coronadas por adarves dotados de merlones y almenas con abundantes saeteras y delante de lugares estratégicos como puertas, puentes de acceso o zonas difíciles de defender, se construían muros de peto con barbacanas que las protegían, evitando la labor de zapa o la construcción de minas y el peligroso acercamiento de maquinarias o torres de asaltos.
Pero era en las puertas, por ser los lugares más débiles de la fortaleza, donde se concentraba el grueso de los elementos defensivos; puertas blindadas con grandes planchas de hierro, sofisticados cerrojos y rastrillos, así como buhederas desde donde arrojar piedras u otros materiales a los asaltantes, saeteras, petos o taludes en pendiente.
Lo empinado de las laderas de la Asabika, la abundancia de agua en el interior de la Alhambra, agua que llegaba desde 1238 por medio de una gran acequia desde el río Darro, así como la multiplicidad de elementos defensivos usados en su construcción, parecían hacerla inexpugnable en época árabe.
A partir de 1492 estos recursos quedaron obsoletos ante la aparición de la moderna artillería.
Los Reyes Católicos transformaron la fortaleza, adaptándola a las nuevas formas bélicas basadas en el uso de los proyectiles de pólvora. De la mano de Ramiro López y Leandro de Palencia, la Alhambra se dotó de todos los nuevos avances armamentísticos de la llamada época de transición: una serie de baluartes artilleros que originaron el primer frente abaluartado de la historia española, fosos secos, gruesos muros con adarves y alambores, troneras, hornillos, caponeras y cofres, además de un potente tren de artillería.
Hacia 1495, la Alhambra era uno de los castillos mejor adaptados a la guerra moderna en Europa.
Entre 1810 y 1812 las tropas francesas reforzaron, por medio de modernas baterías artilleras, sus murallas y las alturas de su entorno cercano, convirtiendo de nuevo a la Alhambra en una fortaleza capaz de resistir un asedio moderno. Pero el día 17 de septiembre de 1812, volaron las novedosas baterías y en paralelo un gran número de antiguas torres nazaríes y de los edificios de su entorno. La Alhambra se convirtió en un cadáver poliorcético que necesitó más de 100 años para volver a ser rehecha.
Juan Antonio Vilar Sánchez.
Murallas y Torres de la Alhambra. Ed. Biblioteca de la Alhambra.
Secretosdegranada.
LA DEFENSA PASIVA DE LA ALHAMBRA.
La ubicación estratégica de las fortalezas medievales era requisito imprescindible para su mantenimiento y defensa. Al igual que la disponibilidad de agua y la facilidad para el almacenaje preventivo de víveres y recursos armamentisticos. Precisa era también la la cercanía y organización de avituallamientos de respuesto como bestias, leñas o líquidos. Y la dificultad ostensible de ser atacada con éxito.
Su construcción se asentaba en colinas, en terrenos elevados o montañas de difícil acceso con un control visual amplio del territorio a fin de vigilar las entradas o intenciones de los enemigos a larga distancia. Igualmente se perseguía la fácil evacuación en situaciones extremas ligándolas a retaguardias seguras o espacios de fácil retirada.
Estas características de las fortalezas islámicas preparadas para resistir asedios, cercos o asaltos desarrollaron ampliamente su sentido práctico y exitoso a partir de la copia de modelos romanos en el inicio de las cruzadas donde los ejércitos cristianos habituados a las batallas a campo abierto y al cuerpo a cuerpo chocaron una y otra vez con la estrategia contraria a partir de la defensa pasiva desde las fortalezas y condenando numerosos intentos de conquistas de territorios a la derrota o a la inercia bélica.
Este sería el modelo que Alhamar seguirá en la construcción de la alcazaba que levanta en la colina de la Sabika dotándola de amplias y gruesas murallas con doble y triple línea en algunos flancos y situándola en el promontorio más elevado desde el que controlar radialmente la capital y su espacio circundante. Construye torres con amplio recorrido visual comunicadas por adarves que se protegen con merlones y almenas (cuya separación no han de exceder de la distancia que pueden alcanzar los lanzamientos de flechas, saetas o armas arrojadizas) e incorpora puertas de acceso y evacuación en recodo aprovechando algunos elementos de la vieja construcción castrense anterior.
En un primer momento la ausencia inicial de agua obliga a bajar al cercano río Darro por el puente de los Tableros hasta que resuelve de manera definitiva esta merma a partir del trazado de la acequia real desde el enclave del Alto Darro que llevará agua suficiente para almacenar en aljibes y depósitos e iniciar a gran velocidad la construcción de las murallas, torres y viviendas de lo que será su cuartel general y vivienda familiar: el alcázar, el alizán. Con el sobrante del agua surgirán en el centro de la árida colina huertas y cultivos que permitirán un aporte alimenticio útil al poblamiento inicial.
LA MURALLA NORTE
La vista aérea de la ciudadela de la Alhambra permite reconocer la perfecta ubicación de las construcciones castrenses siguiendo las sinuosidades y declives de la montaña.
De este a oeste, de norte a sur es perfectamente distinguible la línea de muralla asentada en la orografía del terreno. En un extremo, hacia el Este, el espolón de la colina se cierra con una muralla o peto exterior al modo de una proa de barco que defenderá la primera y monumental primera torre, la de la Vela, haciendo un continuo sobre el margen izquierdo del río Darro que se convierte de manera natural en un foso o dique de contención completado por los grandes desniveles y tajos de la colina haciéndose inexpugnable la línea defensiva Norte. El doble lienzo de muralla y la preservación de la muralla del viejo hisn originario añaden elementos defensivos a la torre del Homenaje y Quebrada y otra torre de flanco, la del Adarguero, protegidas ambas hacia el Oeste con un gran lienzo de muralla al que se antepone probablemente un escarpe o un foso seco que blindará el recinto ante un posible asalto. La continuidad del flanco sur se cerrará en el espolón montañoso y su peto amurallado que protege y cierra el conjunto de la fortaleza. De esta manera quedará cerrada la primera fase constructiva con un evidente tratamiento castrense y unas dimensiones modestas que se mantendrán durante todo el emirato aislándose del crecimiento hacia el oeste de todo el área palaciega.
El cierre perimetral completo que se llevará a cabo posteriormente dibujará la línea de un barco varado en la cima de la colina surgiendo en el interior de las murallas todo el complejo palatino y residencial que conocemos actualmente, excepción hecha de los elementos desaparecidos, como palacios, jardines, viviendas de servicio pequeños talleres artesanos o callejero interior.
La muralla norte despliega otras grandes torres que el avance de la dinastía termina por convertir en espacios palaciegos interiores perdiendo paulatinamente su carácter castrense: Torre de la Gallina, Torre de Machuca, Torre de Comares, Torre de las Damas.. hasta su esquina Oeste en la Torre de los Picos. Es bien visible la adaptación paulatina que se va produciendo en la muralla con una observación somera a la Torre de Machuca o al Salón del Trono o Torre de Comares donde se perciben los cuerpos de las torres originales aprovechadas como cuerpo de apoyo y en el caso de la de Comares pueden verse además los merlones y almenas antiguos de la voluminosa masa vertical de esta torre kubba. Todo el flanco se defiende desde un adarve alto con merlones y almenas y se administra con un corredor o paseo de ronda inferior para la guardia que en algunos casos pasa por debajo de las torres. Es conocida la constumbre en esta época de construir túneles de evasión como en este caso la llamada galeria del bosque de San Pedro, que llega hasta el río desde la torre del Peinador de la Reina. O desde el patio de armas densamente poblado de la Alcazaba, saliendo de la mazmorra hacia el norte.
MURALLA OESTE
El tramo de muralla del Oeste dibuja un gran arco parabólico que aprovecha la ondulación y erosión del terreno en su apertura hacia el barranco de los molinos. A pie de monte pueden distinguirse bocas de túneles cegados y elementos de evasión practicados en el interior de la montaña. Se cierra la muralla en la Torre puerta de los Picos, ya en el Oeste, orientada hacia las huertas y enclaves hidráulicos de las acequias del Generalife. Y se protege con el desnivel del barranco de la Cuesta de los Chinos y con un elemento auxiliar importante en forma de foso natural producido por las escorrentías de las aguas pluviales a guisa de arroyo a pie de muralla. Probablemente junto a la puerta original adelantada a la actual torre se habilitara un peto o falsabraga que protegiera las entradas y salidas de la corte hacia el cercano Generalife y sirviera de elemento de control del paso desde de la población cercana del Albaizín hacia el sur de la ciudadela. Los Tendilla construyeron la barbacana actual dotándola de un tren artillero de dos alturas y troneras abundantes.
Lo que sigue a continuación es una secuencia de torres palacio o torres calahorras habilitadas como residencias palaciegas hasta el cierre sur en la contundente Torre del Agua a la que precede en el ángulo contrario la del Fin de la Carrera, otra barbacana artillera semidemolida por las explosiones de los barrenos franceses. La Torre del Agua realiza funciones de vigilancia y control de las huertas del Generalife y el paso expedito de los suministros hídricos a través de la acequia real.
La muralla se apoya en el filo ascendente del piedemonte y las torres aseguran su estabilidad estructural aunque poco aptas para una defensa integral de la zona por su habilitación palaciega.
Podemos hablar de cinco tipos diferentes de torres en la muralla defensiva de la ciudadela. Las de vigilancia o de flanqueo, como la citada anteriormente, las torres calahorras que son viviendas palaciegas, las contempladas en esta orientación. Las torres puerta, como la de los Picos, Siete Suelos, la de las Armas y la de la Justicia. Las torres kubbas: Comares y palacio de los Abencerrajes y las torres almacén y vivienda: la de la Vela o la Torre del Homenaje. Cada una de ellas tiene un carácter y una organización interior.
LA MURALLA SUR.
Sería inimaginable en una fortaleza medieval la mera existencia de arboledo, vegetación o bosques en sus cercanías. De modo que la muralla sur estaba exenta de estos elementos favorables a los atacantes y desastrosos para los defensores. En su lugar habremos de imaginar una larga escarpa o terraplén que alejase de las murallas a los atacantes y los disuadiera de cualquier intento de asalto por quedar francos ante los soldados situados en los adarves. Un foso seco impediría acercar bastidas y maquinaria de asalto, o abrir minas. La larga explanada permitiría una vigilancia exhaustiva sobre este frontal de caída más corta que el resto de la fortificación y por tanto más vulnerable a los ataques.
La muralla sur por la escasez de altura física de la colina era el punto más débil de la defensa, si se descartan las puertas, primer objetivo en un asalto con trazas de éxito.
La línea de muralla se alinea con los desniveles del terreno y se refuerza con torres muy juntas, algunas de ellas colocadas en orientación intermedia para alcanzar objetivos más abiertos y permitir una defensa calculada del ángulo que queda entre la Torre del Agua y la siguiente. Podemos ver los huecos y agujeros practicados en la base de la muralla probablemente en periodo postnapoleónico cuando estos paños prácticamente desaparecieron por la voladura de las barbanas francesas y estas se llevaron por delante las viejas torres nazaríes ahora recostruídas.
El recorrido perimetral del camino de ronda para la guardia se continúa hasta el palacio de los Abencerrajes, donde se oculta bajo la torre kubba que asoma en saliente de la muralla.
La torre más importante de este tramo es la conocida como Puerta de los Siete Suelos, o de los Pozos. Puerta que se apoya en dos grandes estribos que en segunda planta disponía de habitaciones y terraza defensiva y que hoy luce macizada y soberbia en la línea de ascenso del terreno sin esos elementos originales. Su entrada se hace en recodo y parece que en su día se abría delante una gran explanada útil para las paradas militares y ceremonias aúlicas de la corte nazarí. Hoy la tapona una de las barbacanas más potentes de la línea artillera construída por los Reyes Católicos, pionera en Europa en aquellos momentos.
La siguiente torre, con su barbacana artillera en bisel es la conocida como la de la Cárcel o de las Cabezas. Tiene esa originalidad artillera que estudiaremos en otro momento.
Las siguientes e intermedias, reconstruídas por Contreras, Cendoya, Torres Balbás o Prieto Moreno suman su propósito de atender el paso y estancia de la guardia y atendían fielmente a la vigilancia del territorio o en su caso la atención a los peligros externos que pudieran acaecer.
El flanco sur se cierra en la Puerta magna de la Saria o de la Justicia compendio de recursos y elementos defensivos de una fortaleza medieval al tiempo que monumento de gran altura artística ideado como muestra propagandística del poder del monarca nazarí y sus afanes estéticos y políticos, cuando no moralizadores. Es una puerta de protocolo político y un arco triunfal que esconde con gran pericia la articulación defensiva.
LA PUERTA DE LA JUSTICIA.
Resumiremos el extenso repertorio defensivo de la puerta protocolaria más importante de la Alhambra:. dispone de buhedera en lo alto o patio que permite la vigilancia y el lanzamiento de proyectiles. Dos grandes puertas chapadas en hierro y enormes cerrojos de gran sutileza técnica. Gorroneras reforzadas con brazos de dintel. Saetera y mirilla de control. Azotea almenada. Travesía en tres recodos hacia el interior en acusada pendiente. Albacar o peto exterior demolido en parte y oculto bajo el pilar de Carlos V. Superficie inclinada en pendiente en el acceso a la misma. Lateral del cierre de la muralla en su costado que concentra desde su altura la visión completa del espacio exterior y una defensa amplia y segura.
Todo ello la configura como ejemplo y muestrario completo de las mejores puertas de la época repleta de recursos hábilmente costruídos para defender un enclave de importancia máxima, muestra de su relevancia y por tanto de la concentración de recursos de todas clases en ella.
A todo ésto se añadiría, de ser probado, la existencia de un túnel de evasión que bajaría hacia la Medina por el barranco de la Cuesta de Gomérez o sus cercanías. Y un amplio y ceremonial camino de entrada entre murallas y camino de Ronda, una vez traspasada la puerta, hacia el foso seco de la plaza de los Aljibes, desde donde se accedería bien a la alcazaba o los palacios residenciales y administrativos de la Corte en un desfile protocolario con todas las garantías de seguridad.